Como si nada hubiera cambiado en el país el 22 noviembre último y, consecuentemente, tampoco el 11 de diciembre, algunos nichos del Estado en los que aún no desembarcó personal calificado del gobierno democrático continúan en manos de militantes que reniegan de las nuevas prácticas que implican adaptarse a esta apertura.
Un caso, que este cronista conoce de muy cerca, es el de Télam, agencia estatal de noticias que con un nuevo gobierno pluralista de Mauricio Macri ya asumido sigue con conducción camporista, y donde todavía se descartan materiales que no encajen con el esquema de censura y operaciones políticas y de propaganda partidaria en el que devino la empresa en estos últimos doce años. Muchos profesionales aún ven sus materiales periodísticos descartados, víctimas de criterios políticos cerrados musolinianos y ultranacionalistas, o por simples caprichos del editor militante de más poder.
Un claro ejemplo ocurrió el 30 de diciembre, cuando al lanzamiento del Operativo Sol, encabezado por la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, Télam no mandó periodistas para su cobertura, pero en la misma tarde destinó equipos de gráfica y cámaras a la marcha opositora de Martín Sabbatella, de la cual informó con varios despachos. Sólo un ejemplo de situaciones que persisten mientras Télam espera un directorio democrático.
AEROLÍNEAS
Otro caso, en Aerolíneas Argentinas (AA), lo vivió quien esto escribe, el 31 de diciembre, pocas horas antes del Año Nuevo, cuando sobrevino el fallecimiento de su madre en Misiones y fue con urgencia a conseguir un pasaje hacia esa provincia. Tras hacer la reserva, el boleto iba a ser pagado con tarjeta de débito Visa de un banco de Uruguay, pero el empleado de Ventas de AA en Aeroparque se negó a concretar la operación porque sólo podía hacerlo si el plástico era acompañado de un documento de identidad uruguayo, algo imposible para un ciudadano argentino.
Esa tarjeta era una extensión de la de otra persona, quien se encontraba en el lugar e intentó entonces pagar ella con la tarjeta original y la exhibición de su DNI argentino, de residente extranjera en el país. Esto pareció endurecer la postura del vendedor, Juan Pablo Ibarra, quien en el tono más policíaco de los antiguos países de Europa del Este la interrogó “¿Y usted porqué tiene una cuenta en Uruguay si no es uruguaya?” e insistió con que ella también debía mostrar un documento de identidad uruguayo –algo también imposible para una ciudadana belgo-española y con residencia en Argentina-, pero que lo mejor era pagar con un plástico argentino o dinero en efectivo.
Inútil fue recordarle que la economía argentina se había abierto al mundo con el nuevo gobierno, que esas reglas nacionalistas y proteccionistas, o punitorias hacia lo extranjero, ya no tenían vigencia en el país, ni siquiera explicarle que el pasaje era para concurrir al funeral de una madre. Comenzó un intercambio en la que el joven expuso que no quería discutir con nadie el 31 de diciembre y cerró con una frase que lo definió como el típico empleado público de la década pasada: “a mí no me pagan por pensar”, como quedó claramente grabado con un celular y se puede escuchar en el archivo de audio a continuación.
Audio Juan Pablo Ibarra – Ventas Aerolíneas Argentinas – Aeroparque 31-12-15
LA FARSA DEL LIBRO DE QUEJAS ONLINE
Recurrir a la Oficina del Atención al Cliente de AA en Aeroparque tampoco funcionó, ya que allí parecían estar alertados y se desentendieron del problema, por considerar que era una cuestión del sector Ventas. Ante el pedido del Libro de Reclamos y Sugerencias que la empresa pone «a su disposición» mediante un anuncio en el mostrador, la respuesta fue que no existía tal libro de manera física, es decir en papel, y que sólo se podía presentar una queja a través de la página de internet de Aerolíneas; una reglamentación que no fue exhibida y no se pudo comprobar si era real.
Días después, en la página web de Aerolíneas Argentinas, sección Reclamos y Sugerencias (http://www.aerolineas.com.ar/es-ar/reservas-servicios/puntos-de-contacto), se pudo comprobar que todo era una farsa, ya que sólo pueden hacer uso del mismo quienes hayan comprado un ticket, porque es requisito indispensable, para quejarse o sugerir, llenar antes los cuadros destinados «Número de Vuelo» y «Número de Ticket»; caso contrario, el sistema no toma el reclamo. Esto demuestra que la indicación del personal de Atención al Cliente sobre hacer la queja por la web fue un burdo engaño, a sabiendas que era imposible concretarlo, ya que el reclamo a plantear era que precisamente se negaban a vender el boleto.
En tanto, los minutos corrían hacia las 23, cuando se caería la reserva. Era 31 de diciembre e inicio de fin de semana largo y ni el cajero del Banco Nación ni el de HSBC disponían de dinero para poder retirar dinero para el pago en efectivo, como exigían en Ventas.
El último recurso fue buscar alguna autoridad de la empresa para intentar resolver ese absurdo, algo que se logró gracias a la triangulación de un colega acreditado en Aeroparque, quien se comunicó con el jefe de AA en esa estación Aérea: Rubén Illesca. El funcionario indicó que se le explicara la situación a quien estaba a cargo esa noche en Aeroparque, Guillermo Martín (o quizás Martínez), pero en Ventas dijeron no conocerlo, aunque luego lo ubicaron por su seudónimo “Pili” o “Pipi”, pero había que buscarlo en Atención al Cliente; allí informaron que ya se había retirado.
A las 22.30, a media hora de que cayera la reserva y con una inhumación en Misiones que no se podía postergar, quedaba recurrir a la Policía de Seguridad Aeroportuaria para al menos dejar una denuncia de lo ocurrido, luego de la negativa a tomar escritos en AA. El personal uniformado fue el más sensible y de mejor atención de la jornada y se ofreció a mediar con los empleados estatales de la empresa. Mientras esto ocurría hubo un nuevo llamado al colega, quien logró que Illesca interrumpiera su reunión de fin de año para comunicarse con Ventas y autorizara la operación, por lo que horas después, en la madrugada del 1 de enero, este cronista concretó el viaje.
Lo demás es historia, pero cabe pensar qué sucede con un ciudadano sin la posibilidad de apelar a autoridades de la empresa, que haya cometido la “traición a la Patria” de poseer una tarjeta extranjera, en una situación similar. La tarjeta exhibida fue usada en numerosos países de varios continentes sin ninguna objeción y con documento argentino, salvo en la empresa aérea de bandera argentina.
El 4 de enero asumió la presidencia de AA Isela Constantini, una ejecutiva que viene de una carrera exitosa en la empresa privada, lo que hace pensar en un cambio de mentalidad y una integración al mundo que vaya más allá del aterrizaje de los aviones de la compañía en otros países. Al mismo tiempo, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, aseguraba que «en Aerolíneas Argentinas, los que no se alineen no van a seguir». Toda una esperanza para el país y para los usuarios, de la nacionalidad que sean.-
Gustavo Espeche ©rtiz
Un comentario
¡Qué vergüenza por Dios!!!!