Brasil espera la llegada de al menos 1,8 millón de turistas argentinos en los dos primeros meses del año –aunque algunos pronósticos acercan el número al récord histórico de más de 2,6 millones de 2018– con Río de Janeiro como uno de sus dos destinos más elegidos por esta «invasión» argentina, que junto a los otros turistas estacionales ya satura sus playas más famosas, como Copacabana, Leblon, Leme e Ipanema. Para descomprimir esos espacios tradicionales y ofrecer nuevas opciones para quienes prefieren mayor tranquilidad, Visit Río (*) dio a conocer una serie de otras playas de la Cidade Maravilhosa fuera del radar de las multitudes.

Desde que comenzó 2025, la postal de las playas cariocas y de Florianópolis en la hora pico es la de su amplio mar bordeado por una franja cubierta de sombrillas multicolores y cuerpos reposando en la arena, con poco espacio para otras actividades. Es el resultado del aluvión de argentinos que sigue llegando, de la mano de un cambio favorable luego de la revaluación del peso durante el último año y la caída del real frente a otras monedas en el mismoperíodo.
Esto, sumado a la belleza paisajística, el clima agradable aún si llueve, las aguas claras, azules o verdosas y la fina arena blanca de muchas playas brasileñas bordeadas de morros y palmeras, a la hora de elegir convirtió a la costa argentina en un plan B. Pero como la masividad le puede quitar el encanto a sitios objetivamente paradisíacos debido a la contaminación visual y ambiental que genera la excesiva presencia humana y las actividades comerciales que activa, desde la Fundación Visit Río ofrecen opciones para visitar y establecerse en otras playas en torno a la ciudad, algunas más extensas, otras pequeñas, pero todas con el característico glamur de la costa brasileña.

ALTERNATIVAS
Esta entidad sin fines de lucro, creada para estimular y enriquecer la llegada y estadía de turistas en Río de Janeiro, ofrece en este verano cinco playas de fácil acceso que pueden resultar tan encantadoras como las famosas vecinas al centro, que pueden ser una experiencia más tranquila, natural y, en muchos casos, una conexión más profunda con la cultura local. Se trata de cinco playas con diversas características y con todos los servicios necesarios para el veraneante: Barra de Tijuca, Recreio dos Bandeirantes, Prainha, Grumari y San Conrado.

Barra da Tijuca: Con sus 18 kilómetros de extensión es la playa más grande de Río de Janeiro, aunque a menudo los turistas la pasan por alto, donde se alquilan carpas y hay puestos con música, buena comida y bebidas frías. En esta playa se practican deportes en el mar y la arena y ofrece un ambiente más relajado y amplio que el resto, además de contar con una zona de conservación ambiental, donde se puede disfrutar de un paseo por la Reserva de Marapendi.
Recreio dos Bandeirantes: Es un paraíso de arenas blancas de unos dos kilómetros de extensión, con olas altas, ideal para la práctica de deportes acuáticos como el surf. Bordeada por una ciclovía, la franja de playa es ancha y permite la práctica de deportes en la arena, por lo que es muy frecuentada por atletas y suele ser sede de campeonatos de surf y bodyboard.

Los edificios que bordean la playa son bajas, por lo que se puede disfrutar del sol hasta su puesta.
Prainha: Esta playa se ubica dentro del parque Prainha, en un ambiente tranquilo y enmarcada por la vegetación, morros y selva tropical. Su oleaje es también muy conveniente para la práctica de deportes acuáticos, por lo que es la playa favorita de los surfistas. La Prainha, como su nombre indica, cuenta con una pequeña franja de arena de 700 metros de extensión, resguardada por colinas cubiertas de mata atlántica y es ideal para disfrutar del sol y su puesta temprana, detrás de las montañas a media tarde.
Grumari: Una playa de arenas blancas y mar verde esmeralda, ubicada en un territorio de preservación ambiental, lejos del bullicio y las edificaciones, en la que sólo se permite un determinado número de visitantes diarios para preservar el ambiente y mantener la privacidad y la tranquilidad.
