No tenían los gallardos uniformes de los granaderos, ni su entrenamiento; iban de civil, algunos harapientos, pero entregaron sus cuerpos a la causa libertadora y cruzaron la cordillera a casi 5.000 metros de altura para desalojar a los españoles de Copiapó y de Huasco, en Chile. Los 350 milicianos riojanos de la Expedición Auxiliadora Zelada-Dávila lograron así aislar de todo apoyo al ejército realista al que San Martín, tras cruzar los Andes por San Juan, derrotaría en la Batalla de Chacabuco para sellar la liberación de Chile.
La Rioja replica desde hoy, con un centenar de expedicionarios, el cruce cordillerano de esos milicianos, que fue el mayor aporte que hizo esta provincia a la gesta libertadora. Esta VII edición de la cabalgata conmemorativa parte en vehículos desde la comuna de Vinchina y llegará en un par de días al hito fronterizo de Comecaballos, a unos 4.800 metros sobre el nivel del mar (msnm), pero antes atravesará espectaculares y coloridos paisajes desde el llano hasta la puna riojana.
Tras dejar los vehículos en Barrancas Blancas (3.800 msnm) o en el Refugio Comecaballos, las columnas continuarán a caballo y lomo de mula, portando banderas argentinas, chilenas y riojanas, y atravesarán valles, punas, ríos y altos barrancos, con un imponente escenario de cerros y montañas, en los que predomina el rojizo de esta provincia en contraste con el azul de uno de los cielos más diáfanos de Argentina.
PAISAJES
La Rioja es famosa por su altas temperaturas, pero el trayecto en altura puede dar sorpresas climáticas aún en verano, con repentinas nevadas y fuertes vientos, a lo que puede seguir una jornada de pleno sol con quizás 50 grados a la sombra. A ello se suma la sequedad típica de la provincia, que se incrementa en la montaña y obliga a los foráneos (y también algunos locales) a cabalgar protegidos del sol, bajo sombreros, pañuelos, mangas largas y cubiertos de cremas protectoras y humectantes.
Pero ese marco agreste, con gran amplitud térmica y apunamiento (o mal de altura) a partir de los 3.000 msnm, se compensa con los paisajes que acompañan al expedicionario desde su partida en los valles de Vinchina, a no más de 700 metros de altura, donde el verde de los cultivos resalta sobre las montañas rojizas. Luego se entra en la Quebrada del Troya, la parte más meandrosa de este río entre altos paredones de un marrón intenso, con pliegues de antiguos movimientos tectónicos, cuyo aspecto justifica el nombre popular en la zona: Chocolate Bariloche.
La ruta 76 que lleva a Chile por el paso de Pircas Negras, en parte de ripio y en parte asfaltada, es en continua subida. A medida que toma altura, desaparecen los cardones, las manadas de guanacos son reemplazadas por las vicuñas y de a poco se nota la falta de oxígeno en el aire.
Tras pasar el Portezuelo del Peñón, a 4.400 metros de altura, con cerros de un rojo profundo que se alternan con otros de tonos azulados, se desciende unos centenares de metros y aparece la majestuosa Laguna Brava, que le da el nombre a esa reserva natural.
Allí, la expedición hace un alto para observar la gran cantidad de flamencos rosados y vicuñas que habitan el espejo de agua salitrosa, en un ambiente desértico con escasa vegetación a ras del suelo, en el que se puede ver algún zorro y roedores de altura.
Al llegar al puesto fronterizo de Barrancas Blancas, los expedicionarios se alejan de la ruta nacional por un camino que bordea el río del mismo nombre. Allí se les sumará, como es habitual, una comitiva chilena, en su mayoría autoridades de la Quinta Región de Atacama y de las ciudades mencionadas, que tras pernoctar juntos en el Refugio Comecaballos cabalgarán el último trecho hasta el límite junto a los argentinos.
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PARTICIPANTES
Al igual que en las ediciones anteriores, la logística de la travesía involucrará a Gendarmería, Defensa Civil, Bomberos Voluntarios, Policía Especial para Alta Montaña y personal de Salud, entre otros, y cerca de 50 vehículos 4×4, en condiciones de acompañar a las cabalgaduras por la montaña.
Además participarán baqueanos de la zona, que brindarán su apoyo con el aporte de los animales y su conocimiento de la zona y experiencia, que resultan indispensables para el éxito de la travesía. Entre los expedicionarios, como en las marchas anteriores, estará Florencio Gordillo Dávila, descendiente del también riojano capitán Nicolás Dávila, que codirigió la expedición junto a Francisco Zelada, llegado entonces desde la Banda Oriental (luego, Uruguay).
El ascenso final hasta la frontera, a 4.800 msnm, se hará por un camino sinuoso junto al río, en el que cruzará sectores con nieves permanentes y penitentes junto al sendero. Junto al hito, funcionarios, militares, representantes religiosos e invitados participarán de un acto conjunto de homenaje y de hermandad en conmemoración de la gesta libertadora, con una misa y el canto de sendos himnos nacionales, tras lo cual emprenderán el regreso.- (CSM)