Una situación que la mayoría de los turistas quisiera evitar en los aeropuertos, por encima de los controles aduaneros y de seguridad, es la espera del vuelo, ya sean las dos horas de rigor antes de partir o las muchas que puede demandar una conexión. Sin embargo, en algunas estaciones aéreas la espera es parte del placer del viaje gracias a variados entretenimientos, como un bosque con una cascada, un cine en pantalla gigante 4-D o el encuentro con seres mitológicos del cine.
Hay otros que ofrecen piscinas, campos de golf y simuladores de vuelo, o que ocupan una isla entera en medio del Pacífico, cuya singularidad son sus vistas con mar por todos los lados y la emoción en los aterrizajes y decolajes sobre las aguas.
Cinco de ellos se destacan del resto, según un sondeo difundido por Booking.com, que fue realizado a unos 1.600 pasajeros de 30 países, entre ellos Argentina: Los de Changi, en Singapur; Wellington, en Nueva Zelanda; Hong Kong, en China; Hulhule, en Maldivas, y el de Barajas, en España.
ASIÁTICOS
En primer término figura el aeropuerto Changi, considerado en muchas estadísticas como el mejor del mundo, que además de contar con unas 300 tiendas ofrece una pileta en su terraza, un cine abierto las 24 horas, un jardín de mariposas y un spa. Pero su mayor particularidad, que corona todo lo anterior, es un bosque, llamado Rain Vortex -único en su clase-, con la cascada interior más alta del planeta.
En la isla china de Hong Kong, quienes nunca viajaron en avión y quieren conocer la experiencia antes de abordar, tienen en su aeropuerto internacional la posibilidad de visitar el Aviation Discovery Center, donde les ofrecen probar tal sensación desde un simulador de cabina de avión. En la misma estación aérea pueden entretenerse con películas y cortos en el cine de proyección en 4-D más grande de Asia, o procurando unos hoyos en un campo de golf cubierto y también visitando una tienda de té china.
También en Asia, aunque más hacia occidente, al sur de India y del Mar Arábigo, se encuentra el archipiélago de Maldivas, cuya capital, Malé, cuenta con un aeropuerto muy especial en la vecina Hulehul. La particularidad de este aeropuerto es que ocupa enteramente la isla, por lo que las azules aguas del Pacífico norte dominan todo su derredor y al llegar o partir los pasajeros tienen emocionantes vistas panorámicas de este sitio paradisíaco.
Si bien es conocido como Aeropuerto Internacional de Malé, por estar en jurisdicción de la capital del país, su nombre oficial es Aeropuerto Internacional Ibrahim Nasir, y no se encuentra en Malé sino en Hulhule, que está en el mismo atolón.
OCCIDENTALES
Ya dentro del «mundo occidental», aunque no propiamente en Occidente, por encontrarse más al este de China partiendo desde el Meridiano de Greenwich, pero tampoco en Asia sino en Oceanía, el Aeropuerto Internacional de Wellington, capital de Nueva Zelanda, ofrece un mundo de película. Todo allí recuerda al viajero que este país brindó los mejores escenarios naturales a la saga de El Señor de los Anillos.
Grandes figuras como Gollum o Gandalf, montado este en una de sus águilas gigantes que pende del techo del hall central, se combinan con instalaciones temáticas del Hobbit y monstruos mitológicos, para que todos también se enteren que en esa ciudad está la empresa Weta, ganadora de un Oscar por los efectos especiales de esas películas, con sus instalaciones abiertas al turismo.
El aeropuerto de Wellington, la tercera ciudad más poblada del país, cuenta con el salón de «La Roca», una nueva terminal cuya decoración simula el paisaje de las islas que conforman Nueva Zelanda.
En Occidente propiamente dicho, el único de sus aeropuertos incluido en la lista de Booking.com está en Europa: el de Barajas, en Madrid, que es el más grande del Viejo Mundo y ofrece a los viajeros grandes tiendas y boutiques para amenizar la espera, además del Elysium Travel Spa. Se trata de una estructura diseñada para ayudar a reducir el estrés de los pasajeros, mediante la utilización de la luz diurna, gracias a unas cúpulas especialmente diseñadas en el techo que permiten alumbrar en forma natural el interior, en combinación con un decorado atractivo y vistas relajantes.
En estas terminales aéreas, la triste imagen de viajeros que duermen entre mantas en el suelo, tirados sobre varios asientos, que miran cansinos las pantallas de horarios como aguardando un milagro que adelante su vuelo o cabecean aburridos en mesas de café a la espera de la partida, es algo que pasó a la historia.- (CSM)