Los lobos marinos se entusiasmaron ante la presencia humana en su ambiente acuático y se acercaron con agilidad a los buzos. Los rodeaban, los rozaban en su nadar veloz, jugueteaban y hacían piruetas en torno a ellos; los más osados mordían suavemente el neoprene y hasta arrimaban sus hocicos a las máscaras. La relación parecía espontánea y natural, pero era inducida mediante un método sencillo aunque único creado por un guía de buceo de Puerto Madryn para vencer la timidez de los pinípedos y lograr que se arrimen por voluntad propia al hombre.
La experiencia fue en las frías y claras aguas del mar patagónico frente a la costa de Chubut, a unos 17 kilómetros al sur de Puerto Madryn. El sol generaba un resplandor verdoso bajo la superficie en la mañana despejada en que CSM se sumergió para esa actividad, calificada como el contacto más extremo entre humanos y mamíferos marinos en el mundo.
LA TÉCNICA DEL GRINGO
“Los lobos son como perros cariñosos”, había comentado el guía Francisco Martínez Zavalía, el Gringo, durante la charla previa; y estaba acertado, ya que con sólo entrar al agua y seguir sus particulares instrucciones, esos mamíferos marinos se comportaban como en tierra lo hace “el mejor amigo del hombre”.
Tras el ingreso del grupo humano a su territorio, parecían competir entre ellos por ser los primeros en acercarse a los buzos, con su típica expresión semejante a una sonrisa, cual esos amistosos perros pueblerinos que se alegran ante la llegada de forasteros y van a darles la bienvenida. Algunos, igual que esos canes, se revolcaban y quedaban panza arriba sobre el fondo marino, para recibir las caricias de los recién llegados.
El método desarrollado por el Gringo es simple, pero le demandó muchos de años de buceo y observación del comportamiento y relación con los humanos de los lobos de un pelo que abundan en la costa de Chubut, y de los que hay una reserva permanente de varios centenares en Punta Loma, frente a la cual se hacen estas inmersiones.
En realidad, lo que hizo fue observar el comportamiento de los lobos en relación a las ballenas franca australes que pueblan esas aguas unos seis meses al año. Cecilia Ghigo, quien participó de la charla preparatoria para el buceo, explicó a CSM que los «lobos se sienten atraídos por la turbulencia plena de burbujas que dejan las ballenas con su cola y les gusta jugar en ella; entonces el método consiste en juntar a los humanos en bloque dentro del agua y generar una turbulencia moviendo en simultáneo las aletas artificiales de los pies, para atraer a los lobitos».
El Gringo agregó que se trata de “una técnica no invasiva, en la que uno no interfiere con la vida animal”. Al momento de elegir el equipo para inmersión, señaló que “los lobos son igual que nosotros, mamíferos que respiran aire, por lo que el snorkel es mejor que el buceo con tanques, ya que permite actuar como ellos cerca de la superficie”.
Las instrucciones fueron simples: realizar movimientos suaves, naturales, sólo movilizarse con las piernas y giros de cadera, pero no mover los brazos, porque eso podría espantar a los lobos. También es importante que el grupo se mantenga en un solo bloque, todos tomados de las manos para que los lobos vean un solo objeto, y patalear en conjunto preferentemente hacia adelante, con el fin de generar esa gran onda de agua que atrae a los animales, que hasta se dejan acariciar.
El guía contó que «hace catorce años que hago buceo en Madryn, y diez con lobos, por lo que ahora alcanzamos tal perfeccionamiento y usamos equipos de última generación, que ya no queda gente relegada por impedimentos, por temor, porque no sabe nadar o tiene problemas de flotación. Usamos trajes Aqua Lung, que no requieren chaleco flotador, ya que el material tiene en su interior burbujas de aires y el mismo traje es un salvavidas que siempre mantiene a flote, salvo que le coloquemos lastre”.
CONTACTO EXTREMO
Poco antes de partir, el Gringo anunció al grupo que iban a protagonizar “el contacto más extremo entre mamíferos marinos y seres humanos del mundo” y aclaró: “Nosotros no vamos a jugar con lobos, son ellos los que van a venir a jugar con nosotros”.
En un aparte dijo a CSM “Yo me tomo el trabajo de entrenar a cada uno de los participantes, de manera que todos, sin conocerse o sin experiencia previa, van a formar un grupo perfectamente sincronizado para atraer a los lobos a jugar». Con seguridad, adelantó que “si los lobos están en el agua, nosotros garantizamos que en estas excursiones el turista va a estar en contacto muy cercano con los lobos de un pelo; a tal punto, que nuestro compromiso es que si no hay encuentro con los lobos, devolvemos el dinero, y hasta ahora nunca debimos hacerlo”.
La mañana era fría pero ideal para buceo, con el cielo despejado y el mar planchado frente a Punta Loma, donde la lancha ancló a una distancia prudencial de la colonia, estipulada en no menos de 50 metros por autoridades de fauna. Tras el chapuzón, algunos hilos de agua helada filtraban por los bordes del traje y corrían por el pecho y la espalda, pero pronto fueron entibiados por el calor del cuerpo y la atención de todos se centraba en las sombras que de lejos comenzaban a tomar forma bajo la superficie, donde el sol ayudaba a teñir el ambiente de un verde esmeralda.
Todos tomados de la mano y cumpliendo con mayor o menor precisión las instrucciones lograron despertar el interés de los lobos; pronto los que estaban cerca de la costa se acercaron al grupo y estaban por todos lados: se sentía su roce por la espalda, las piernas o los brazos. A veces surgían veloces desde la oscuridad del fondo o llegaban nadando a ras de la superficie, claramente iluminados su cuerpos marrones amarillentos por la luz solar.
La agilidad y velocidad con que trasladaban sus cuerpos hidrodinámicos contrastaba con la pesadez, lentitud y hasta torpeza con que se mueven en tierra. Algunos simplemente giraban en torno a los buzos y otros se detenían frente a ellos y los observaban con sus grandes ojos negros y redondos con gran curiosidad.
Los más entusiastas los seguían hasta la superficie y emergían junto a ellos pero con gran ímpetu sacando casi todo el cuerpo del agua, y luego prácticamente se les trepaban y -nuevamente la comparación con los canes- parecían olfatear o lamerles los rostros y brazos, hasta que las personas subían a la lancha, para luego quedar mirándolas casi con tristeza o desconcierto por el alejamiento, cuando se alejaba rumbo al puerto.
PARA TODOS Y TODO EL AÑO
El buceo de interacción con lobos de un pelo se puede realizar frente a Punta Loma todos los días del año, con diferentes características según la estación y si es época de reproducción o de cría. La única diferencia es que se la podrá practicar con machos, hembras, juveniles o cachorros.
De agosto a octubre es la mejor época, porque el mar está lleno de cachorros, que son muy juguetones y amistosos, pero la contra es el frío, ya que se está a casi 43 grados de latitud sur y hay gente que lo sufre aunque use los trajes de neoprene más gruesos del mercado. «Ahí nos volvemos a diferenciar del resto -sostuvo Martínez Zavalía- porque ahora compramos una gama de trajes secos, importados y nacionales, que no son los que van pegados al cuerpo sino que dejan espacio para usarlos arriba de una remera térmica y un buzo polar, lo que permite a cualquiera meterse en agosto, con el agua a 8 grados y la térmica afuera a 15 bajo cero, sin ningún problema”.
Sobre las edad, el Gringo contó que en sus excursiones aceptan niños desde los siete años -porque no hay trajes secos para niños más pequeños-, y sin límite de edad adulta, siempre que el estado físico y de salud del interesado lo permita. Para ello, el interesado debe llenar una ficha respectiva que es evaluada por los responsables.
Para mantener protegida a la fauna marina, las excursiones deben cumplir normas como la de no concurrir más de tres lanchas juntas y no superar el total de 18 buzos a la vez, e informar estos detalles a las autoridades de la Reserva Natural de Punta Loma. Martínez Zavalía comentó que los organizadores de estas inmersiones, con el fin de regular la actividad, han propuesto a la provincia que sancione una “ley de interacción con mamíferos marinos de un pelo”.
CERTIFICACIÓN INTERNACIONAL
Si bien el método de buceo con lobos creado por el Gringo ya se aplica en otros puntos del planeta, como Nueva Zelanda, Galápagos y Sudáfrica, el único lugar del mundo donde se entrega la certificación internacional en la especialidad de entrenamiento en snorkel con lobos marinos de un pelo, es en Puerto Madryn y lo hace Lobo Larsen.
Como ese crédito no se puede conseguir en ningún otro lugar, «se enganchan muchos buzos profesionales y especialistas que siempre quieren sumar certificaciones, como las de snorkeling con ballenas, con tiburón en jaula, etcétera», apuntó Cecilia.
«Otro detalle -siguió- es que como la reglamentación de la Reserva dice que todas las personas que hacen la excursión tienen que estar certificadas por una escuela nacional de buceo, le damos esa certificación a toda la gente que completa el curso». De esa manera, los turistas que hacen ese curso, que consiste en ver un vídeo de cinco minutos, luego una clase teórica de 15 minutos, más la práctica previa en el agua, regresan a sus casas con una certificación internacional de snorkeling con lobos marinos de un pelo, lo que significa un plus al incentivo para realizar las excursiones.- (CsM)
Gustavo Espeche ©rtiz
(Derechos Reservados)
Todas las fotos de este artículo son gentileza de Excursiones Lobo Larsen y de Francisco Gringo Martínez Zavalía (info@lobolarsen.com)
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