La diversidad es el anclaje en la Ruta Nacional 40

Por Sonia Renison* (Periodista invitada)

Los más de 5.200 kilómetros de Argentina que recorre la Ruta Nacional 40 invitan a conocer la mayor riqueza del país: La diversidad. Son tres regiones, la Patagonia, Cuyo y Noroeste, que albergan a once provincias: Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy.

Los 360 grados de horizontes que dibuja el paisaje patagónico atrapan al viajero que busca un destino rutero y La 40 lo lleva desde el inicio, en el Kilómetro Cero al borde mismo del mapa en el rincón más austral continental, en Cabo Vírgenes, donde además del faro hay una pingüinera y estancias históricas, como Monte Dinero, que permanece en manos de sus propietarios originales, la familia Fenton, dedicada a la producción lanar.

Es a partir de este recorrido cuando al ruta se orienta hacia el oeste, hasta ubicarse al pie de la cordillera de Los Andes, que  no abandonará jamás hasta La Quiaca, en Jujuy, límite con Bolivia.

PATAGONIA

En este primer tramo, gracias a los que nacieron y se criaron junto a la Ruta 40, se podrá conocer la inmensidad de los campos de cría ovina y, de la mitad del siglo pasado, anécdotas de pescadores y mineros. 

De la Familia Montes, sus descendientes abrieron hace unos años, un lodge de pesca para extranjeros y, al conducir por este camino nacional se cruza un cráter de volcán que está dentro de la misma estancia santacruceña, igual que la trocha angosta del tren comercial más austral del mundo que lleva el carbón mineral hacia Punta Loyola, en la misma provincia.

Río Turbio y 28 de Noviembre están en el extremo sudoeste de Santa Cruz y en el corazón de la gente, tan es así que la profesora de portugués de la Universidad Nacional de la Plata, Silvia Rego, tiene en su billetera la credencial de su padre, quien trabajó en las minas de carbón, y ella lo lleva junto a su corazón a donde vaya y se emociona cuando habla de su vida en este rincón del mundo.

Es en Puente Blanco, en ese mismo primer tramo de La 40, donde un hotel de los años 60 tuvo un dueño que de pequeño se crió junto con su mamá en medio de esta soledad, Edmundo Fratalocchi, quien comentó que en una oportunidad, cuando él era niño, su madre recibió a una veintena de personajes que llegaron desde Chile para un cónclave en el que se eligió al representante de la Concertación, un joven prometedor de la política del país trasandino,  «un tal Salvador Allende” .

La ruta transcurre desde la estepa hasta el desierto y une una veintena de Parques Nacionales, además de recorrer  todas las producciones, desde lana hasta los olivos, los caminos del vino y todos los centros de esquí.

En Chubut, fue Nelson Mazquiarán, con sus hermanos José y Norma, de la estancia Don José, en Río Mayo, quien desplegó durante más de veinte años un proyecto sustentable, “Guenguel” , basado en el aprovechamiento del pelo de guanaco para confeccionar tejidos exquisitos, dado que esta fibra  mide 14,8 micrones, casi como las lanas más finas del mundo.

Las producciones en la franja que une las Comarca Andina de Chubut con la Comarca del Paralelo 42, que gozan de un microclima óptimo para la fruta fina y los Blue&Berrys, se desarrollan a un lado y al otro de la ruta nacional desde Esquel (Chubut) hasta El Bolsón (Río Negro). Allí el otoño se impregna del aroma dulzón que le brinda la cosecha del lúpulo, e inclusive este abril fue escenario de la primera vendimia, en Trevelin, con una fiesta en Viñas de Nant y Fall, las más australes del mundo, donde existe un Eco Parking que es modelo internacional.

CUYO Y NOA

“Relincho” se le llama al jefe de la manada de los guanacos que suele verse en las cimas de las montañas como advirtiendo al resto de su grupo de camélidos por dónde deben ir, y así también se llama uno de los vinos de una cooperativa del sur mendocino, en Valle de Uco, donde desde el pueblo de San Carlos, Capital del Árbol y la Tradición, estrenaron este año un trekking con luna llena en el cañadón de La Salada, en el desierto de Huayquerías.

Los sanjuaninos, junto a La 40 culminan la cosecha de uvas con la Fiesta del Sol y de inmediato empiezan con la de olivas, para la producción de aceite y aceitunas de mesa. Este largo camino nos acerca también a Ischigualasto, el magnífico Parque Provincial conocido como Valle de la Luna, que comparte historia geológica con el Parque Nacional Talampaya, en suelo riojano. En esta misma provincia, en una franja verde, San Blas de Los Sauces puso en valor su sitio arqueológico de Hualco junto al Valle Vicioso, donde se cultivan vides para pasas y pistachio, para sumarle riqueza al gran corredor que describe la Ruta 40.

Los catamarqueños  diseñaron, sobre La 40, “La Ruta del telar”, que agrupa a más de trescientos emprendedores en las localidades de la Cuna del Poncho, en Belén, Londres y Santa María, que tiene su mayor expresión cada julio cuando se despliega la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho.

Empanadas, nueces confitadas, humita y vinos unen a las provincias del Noroeste, aunque la historia de miles de años ha dejado sus rastros en los sitios arqueológicos por donde pasa el Qhapaq Ñan (Camino del Inca), declarado Patrimonio Mundial por la Unesco y que en Argentina integran siete provincias, en trece tramos, donde se registran 32 sitios arqueológicos que abarcan a 18 comunidades.

Las provincias del norte estrenan su caminos del vino y Salta ha diversificado la oferta, además de reunir junto a la Ruta 40, en los Valles Calchaquíes, la propuesta de Turismo Rural con base Comunitaria, que agrupa a cincuenta familias de diversos parajes, con su historia ancestral que ofrecen revelar al visitante.

Es a partir de San Antonio de Los Cobres donde la ruta se distingue por su travesía sobre una huella que que pasa bajo el monumental viaducto La Polvorilla (del Tren a las Nubes), a unos 4.150 metros sobre el nivel del mar, y por momentos coincide con cauces de ríos. Es la traza más nueva desde 2005, cuando se reorganizó el kilometraje rutero y se definió que en el mapa jujeño, que dibuja una bota de caña corta, por su taco pase este gran corredor y, desde Susques hasta La quiaca una pueblos Coyas y Atacamas, como en Coyaguaima, donde el pueblo construyó en los años 70 la primera escuela, para lo cual las familias confeccionaron los ladrillos de adobe con los que culminaron la obra.

Creada en 1935 como Camino Nacional y luego como Ruta Nacional 40, este corredor de más de ochenta años suma los principales atractivos, desde glaciares hasta caminos del vino, que eligen viajeros de todo el mundo para recorrer en bici, 4×4, auto o caminando, como la propuesta de senderos de largo recorrido de Argentina: Huella Andina, un producto que une a Chubut, Río Negro y Neuquén para caminar entre La 40 y la cordillera de Los Andes.-

Sonia Renison para CSM

(Derechos reservados)

* Sonia Renison

– Periodista especializada en Turismo.

– Autora del libro «Ruta 40. 5.200 kilómetros de la Patagonia al Norte argentino«, que escribió tras recorrer la totalidad de La 40 de sur a norte, con el fotógrafo Alejandro Guyot.  

– Docente en la carrera de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.