Como un eslabón más de la historia de fracasos en la aviación comercial argentina, esta vez le tocó a la compañía santafesina Sol Líneas Aéreas bajar la cortina. El detonante fue la caída de un contrato sumamente ventajoso que mantenía con Aerolíneas Argentinas (AA), que le permitía operar rutas de pequeña magnitud a cambio de una ganancia garantizada del 12% en dólares, lo que le significaba un ingreso de un millón de pesos diarios.
El acuerdo se cayó en cuanto las nuevas autoridades de la empresa de bandera, encabezadas por Isela Costantini, advirtieron el rojo que había generado esta idea de su antecesor y dirigente de la Cámpora, Mariano Recalde. En los cuatro meses de vigencia del contrato, AA desembolsó unos 125 millones de pesos, que se sumaban al déficit de 500 millones de dólares acumulados durante la gestión kirchnerista.
SOL NACIENTE
Sol Líneas Aéreas nació en Santa Fe en 2005, aunque su primer vuelo lo efectuó al año siguiente, y desde su origen recibió subsidios estatales. Al principio fueron del estado santafesino, que le subsidiaba el combustible, además de construirle en 2009 un hangar en el aeropuerto internacional Islas Malvinas (también conocido por su nombre original Fisherton, por encontrarse en esa localidad del Gran Rosario).
La creación de Sol por parte del Grupo Transatlántica SA, de Horacio Angeli, fue un resultado de sus rápidos reflejos luego que dejaran de operar en pequeños destinos domésticos las aerolíneas Southern Winds (SW), en 2005, y Líneas Aéreas de Entre Ríos (Laer), en 2002, -aunque ésta volvió en 2007- lo que dejaba un buen campo de acción para el emprendimiento.
El titular de Sol es hijo del entonces diputado italiano por esa comunidad en Argentina Giussepe Angeli, vinculado a Silvio Berlusconi, y fundador de la firma en 1964. Otras empresas del grupo son Transatlántica Casa de Cambio, Transatlántica Sociedad de Bolsa, Ola Mayorista de Turismo, Transatlántica Viajes y Turismo, el Complejo Bicultural Edmondo de Amicis y el grupo inmobiliario Ibienes; además, integra el directorio del Mercado de Valores de Rosario S.A.
Laer sigue existiendo aunque no realiza operaciones, en tanto SW cerró luego del caso conocido como de las “narcovalijas”, cuando en Madrid la policía española secuestró de uno de sus aviones equipajes sin pasajeros con 60 kilos cocaína. Esto derivó, además de la condena para directivos y empleados de la empresa, en la disolución de la Policía Aeronáutica Nacional y su reemplazo por la actual Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
A su vez, SW venía de cubrir el hueco que dejaron las fundidas aerolíneas Lapa y Dinar y operaba en sociedad con Líneas Aéreas Federales SA (Lafsa ), un invento de Néstor Kirchner para tener una aerolínea de bandera, ya que entonces AA era privada (Grupo Marsans). Lo curioso es que Lafsa duró hasta 2013 pero nunca voló, porque no contaba con siquiera un avión propio o con su logo (salvo en pequeñas maquetas).
Cuando surgió, Sol era netamente argentina, pero en septiembre pasado, tras la firma del acuerdo con Aerolíneas consiguió pronto un socio español, que le compró casi la mitad del paquete accionario: Air Nostrum.
CENIT Y OCASO
Sol empezó operando las rutas Rosario-Rafaela, Rosario-Córdoba, Rosario-Buenos Aires y Santa Fe-Buenos Aires. Luego se extendió a las ciudades bonaerenses de Tandil y Necochea e incorporó vuelos a destinos turísticos, como Punta del Este, Montevideo y Villa Gesell.
Su expansión siguió con servicios a Neuquén, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, Río Grande, Mendoza y Tucumán, con hubs que no incluían su paso por el Aeroparque metropolitano.
Esta carrera ascendente tuvo su fin el 18 de mayo de 2011, cuando el Saab 340 LV-CEJ, que realizaba el vuelo 5428 de Neuquén a Comodoro Rivadavia se estrelló en la localidad de Caltrauna, Río Negro. Murieron todos los ocupantes del avión: 19 pasajeros y tres tripulantes.
Tanto la empresa Sol como la Secretaría de Transporte de la Nación aseguraron que en agosto de 2010 la aeronave había superado una revisión exhaustiva, pero el abogado de la Asociación de Aeronavegantes, Marcos Peirano, sostenía que el avión no estaba en condiciones para volar.
En el juzgado Federal de San Carlos de Bariloche, familiares de algunos de los pasajeros muertos abrieron la causa 8.450/11 para una investigación exhaustiva del accidente, la cual seguía hasta 2015 sin resolución. También se hacían eco de una denuncia de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) sobre la aparición de restos y partes del avión en una fosa común tres meses después del accidente. En tanto, el titular del juzgado, el juez Leónidas Moldes, dictó la falta de mérito para procesar a Angeli y otros directivos de Sol: Danilo Alberto Pojmaevich y Juan Alberto Nyffenegger.
Para cuando sucedió el accidente, pilotos y empleados de Sol denunciaban que la empresa presentaba serias dificultades operativas, pero las denuncias no encontraban eco en las autoridades.
En ese momento, la Agencia Nacional de Aviación Civil (ANAC) era dirigida por Alejandro Agustín Granados, quien no tenía experiencia en el rubro aeronáutico pero sí el aval de ser hijo de Alejandro Santiago Granados, entonces intendente kirchnerista de Ezeiza -en el cargo desde 1994- y luego ministro de Seguridad Bonaerense en la administración de Daniel Scioli. Granados hijo tenía mandato en la ANAC hasta 2018 pero renunció al asumir el gobierno de Mauricio Macri.
Pese a un primer acuerdo con AA firmado en 2012, que le otorgaba a Sol destinos para los cuales sus aviones eran demasiado grandes, en 2014 la empresa rosarina dejó de volar las ruta patagónicas, Córdoba, Mendoza y Neuquén y mantuvo sólo los destinos de la costa atlántica.
UN TRÁMITE RÁPIDO
El fin de Sol puede considerarse un trámite rápido en términos de la dinámica estatal argentina, casi express. El miércoles último, las dos partes accionarias de Sol fueron informadas de la rescisión del contrato por parte de Aerolíneas Argentinas: El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, se lo comunicó a la mañana en su despacho a directivos de Air Nostrum, y el coordinador de Políticas Públicas de la Jefatura de Gabinete, considerado vicejefe del Gabinete Nacional, Gustavo Lopetegui, lo hizo con Angeli.
Tan rápido como ese trámite fue la quiebra de Sol, que virtualmente no tenía liquidez genuina salvo por el aporte diario de Aerolíneas. Bastó con el retiro de la parte española de la sociedad –ocurrido ese mismo día-, que casualmente tenía tanto tiempo de vida como el acuerdo firmado con Aerolíneas.
En septiembre de 2015, tras la firma del acuerdo ahora caído, Air Nostrum compró el 49% de Sol. Su aporte sería media docena de jets Bombardier CRJ-200 de 50 asientos, para que pudiera operar los destinos acordados con Aerolíneas, ya que sólo contaba con cuatro aeronaves Saab-340 de 34 plazas y unos 30 años de antigüedad.
Pero los españoles incluyeron una cláusula en el contrato que les permitía retirarse de la sociedad si se interrumpía el acuerdo con Aerolíneas que les garantizaba una rentabilidad del 12% en dólares, e hicieron uso de ella en cuanto la empresa estatal rescindió el convenio. De inmediato, Sol se declaró en quiebra y anunció que dejaba de operar, aunque mantiene las rutas y permisos con los que aspiraba a ser la cuarta empresa aérea en argentina, por encima de Andes Líneas Aéreas.
Tras el cierre y mientras los trabajadores y su representantes gremiales buscan una salida a través de negociaciones en el Ministerio de Trabajo, y apuntan sus cañones contra el grupo de Angeli. El sindicalista de los aeronavegantes, Pablo Biró, afirmó que “Sol ha sido impresentable y desordenada de lo comercial y operativo desde hace años, que hasta derivó en un accidente fatal”, y aseguró que fue “lo peor que vi en la industria”.
Con la rescisión del contrato con Sol, Aerolíneas se saca de encima un socio con cuatro aviones pequeños y casi 300 empleados, que le significaba un gasto de un millón de pesos por día.- (CSM)
Gustavo Espeche Ortiz
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