Cronicas del Sur

Los ciervos están que braman en La Pampa

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Un fuerte y prolongado sonido, áspero y casi disfónico, surge del caldenal y se impone sobre el coro de aves que con su canto se disputan el protagonismo en los crepúsculos pampeanos durante marzo y abril. Es la brama del ciervo colorado, con la que en estos meses de reproducción de la especie el macho marca su presencia y llama a las hembras para formar harenes, además de espantar a sus competidores, en un proceso natural que se convirtió en un atractivo turístico, en especial en la Reserva Natural de Parque Luro.

Durante el resto del año, los machos se ven muy poco y permanecen ocultos en el bosque, donde además de caldenes hay, en menor medida, otros árboles autóctonos como chañares, algarrobos, sombras de toro y los exóticos olmos, junto a arbustos que sobresalen entre los pastizales, como los molles que allí están muy desarrollados y llegan a confundirse con las especies más grandes.

La arboleda cubre algunas amplias superficies en forma tupida, como el Impenetrable chaqueño, en otras es más dispersa y hay más espacio y claridad entre los árboles, cuyas copas por lo tanto son más amplias, y también hay zonas abiertas similares a las sabanas, con pastizales ahora amarillentos, por los que se puede ver correr ñandúes, zorros, vizcachas y zorrinos.

La variedad de aves es interminable y lo más habitual es oír y avistar lechuzas, varios tipos de perdices -especialmente la copetona, la manchada y la del monte-, monjitas, bracitas, teros, bentevos y bandadas de tordos, patos, gallaretas, teros reales y cotorras. Éstas están entre las más ruidosas y tienen grandes nidos comunitarios, como gigantescas colmenas, en las alturas de los árboles.

AVISTAMIENTO

En la época de brama, los visitantes pueden ver entre la arboleda, o aún en espacios abiertos,  ciervos adultos con sus cabezas coronadas de grandes cornamentas como ramas, que llegan a tener hasta 16 puntas, liderando sus harenes de una docena o más hembras, que serán todas fecundadas antes del fin de temporada.  Mientras en campos privados de La Pampa se practica la caza de estos ciervos, en Parque Luro están protegidos y se calcula que hay unos 1.300 ejemplares.

El bramido, que suena parecido a un rebuzno pero más fuerte, es el primer paso para intimidar y alejar a otros machos, generalmente juveniles, que quieren hacerse con sus primeras hembras. Si esto o  la ostentación de cornamenta no es suficiente, llega el momento de la fuerza y comienzan los topetazos y choques entre estas bestias que llegan a los 300 kilogramos, hasta que uno cede y el otro entonces lanza un largo bramido vencedor.

Estas situaciones que ocurren en la época de brama constituyen un atractivo que lleva numerosos turistas a este área protegida de más de 7.000 hectáreas, ubicada a 35 kilómetros al sur de Santa Rosa, sobre la Ruta Nacional 35, y que fue creada con el objetivo de proteger el bosque de caldenes. Allí se introdujeron al país los ciervos colorados del Cárpato ruso, a principios del siglo pasado, con fines de caza, cuando el predio era la estancia de Pedro Olegario Luro, de la cual quedan muchas partes bien conservadas, en especial su casco: una casona llamada El Castillo, que también es un atractivo para los visitantes.

Los dos momentos ideales para el avistamiento son el amanecer y el anochecer, siempre con guía habilitado, tanto para evitar molestias a los animales como por seguridad de los visitantes, ya que es fácil perderse en el caldenal, donde hay especies peligrosas, entre ellas serpientes venenosas como yararás y víboras de la cruz.

El avistamiento de ciervos en brama que realizó CsM fue con un guía de lujo: el director de Áreas Protegidas con Uso Turístico de La Pampa, Lautaro Córdoba, a cargo de Parque Luro, quien también es ingeniero en recursos naturales y medio ambiente. Aunque muchos días fueron lluviosos o nublados, gracias a su conocimiento del lugar y de los hábitos de los ciervos fue posible avistar varios harenes con luz diurna, además de los que se movían como sombras entre los caldenes al caer la noche y cuyos ojos brillaban intensamente al ser alcanzados por los haces de linternas.

En los avistamientos del amanecer primero se veían los bultos oscuros que se desplazaban en la penumbra y entonces era cuestión de esperar la llegada de la luz, pero los afinados oídos y olfato de estos animales les advertían desde lejos la presencia humana y pronto se alejaban al trote o huían en virtuales galopes. Cuando había enfrentamientos se los podía percibir en el bosque sin verlos, ya que se oía tanto el retumbar de los trotes al tomar impulso para embestir como los sonidos de las astas al chocar, cual ramas que se quiebran, y a veces efectivamente algunos se llevaban ramas rotas de caldenes bajos entre los cuernos, tras quebrarlas en el fragor de la pelea.

En estos días, cuando está ya avanzada la época de brama, se ven hembras sueltas que no son motivo de disputa o siquiera de interés de los machos. Consultado al respecto, Córdoba explicó que «son hembras que ya fueron fecundadas y están preñadas, por lo que pasó su etapa de celo, y los machos las ignoran«. En otro momento, señaló un macho de aspecto exhausto, que caminaba más lento que su harén, y dijo que estaba agotado luego de haber fecundado gran cantidad de hembras.

«La fecundación –comentó– no se da en todo momento sino sólo en el que hay disposición de la hembra, y por eso los machos las vigilan del acecho de sus competidores, porque en un descuido del líder puede que la hembra copule con algún predador«. Como ejemplo, mostró a un macho joven que intentaba llevarse a unas hembras de un harén,  desviándolas suavemente con el cuerpo, pero la ciervas eran remisas, hasta que fue corrido por el macho del grupo.

Sobre esta situación, Córdoba aclaró que si alguna de las hembras hubiera estado dispuesta a la fecundación en ese momento, el intruso se hubiera salido con la suya. «Los machos solitarios y juveniles seguirán buscando hembras en celo sueltas o procurarán arrebatar una de algún harén en el menor descuido del macho dominante mientra dure el período de brama«, agregó.

Los avistamientos para el público en general se hacen de martes a domingos, ya que los lunes Parque Luro abre sólo para contingentes de niños con discapacidades. Estos grupos son organizados por la Dirección Provincial de Discapacidad y cuentan con guías especializados para hacer disfrutar de la experiencia aún a pequeños no videntes o hipoacúsicos, entre otras afecciones.- (CsM)

Gustavo Espeche ©rtiz

(Derechos reservados)

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