Los corsos del Carnaval del País comienzan el primer sábado de enero, cuando bajo las luces de calidad diurna del corsódromo desfilan durante varias horas las carrozas de tres de las cinco comparsas de la ciudad, que este año son Marí Marí -ganadora en 2015- O’ Bahía y Papelitos. Gualeguaychú tiene cinco comparsas, de las cuales cada carnaval participan tres: la última ganadora y las dos que quedaron afuera el año anterior, mientras las que no desfilan -en este caso Kamarr y Ará Yeví– participan igualmente de la organización de la fiesta.
Este año, el tema de O’Bahia fue «¿A vos qué bicho te picó?«, cuyo contenido apunta a la defensa del ambiente; Marí Marí, presentó «Un reino de lo efímero«, un relato en que todo se convierte en basura, se acumulan y pudre, y el hombre, sofocado por sus desperdicios, da vida a la bestia llamada Bazofia. La comparsa Papelitos eligió «Allegra«, que destaca un maravilloso universo de sucesos desbordado de sentimientos y estados de ánimo que nos alientan en la derrota o el triunfo.
En este primer fin de semana largo de 2016, justamente por los festejos de carnaval, Gualeguaychú recibió más de 50 mil personas atraídas por su corso, aunque en las siete noches de festejo de este año ya se vendieron más de 80 mil entradas para el corsódromo.
En este feriado, la capacidad hotelera y parahotelera, que llega a las 5.000 camas, estuvo desbordada en la ciudad, lo mismo que los campings y las casas particulares que recibieron familiares, amigos y huéspedes, por lo que se derivaron turistas a pueblos vecinos, entre ellos General Belgrano, que también vio sobrepasadas sus 2.025 plazas.
LA PREVIA
Un experiencia interesante es participar de la jornada previa a la inauguración, junto a los organizadores y partícipes de las comparsas, cuando todos corren contrarreloj para finiquitar los últimos detalles de armados de estructuras, trajes, maquillajes, ensayos de canto, música y baile. Las comparsas cuentan con grandes tinglados o galpones, que parecen hangares, dentro de los cuales se arman entrepisos, salas y salones destinados a diversas actividades.
Contrariamente a lo que se puede esperar, en la víspera del primer desfile muchas carrozas están aún desarmadas y sus piezas desparramadas y en preparación, entre ellas gigantescas cabezas, manos y plumas, mientras los pintores, soldadores y armadores de estos equipos trabajaban sin cesar aunque sin desesperar. En los talleres de disfraces personales se dan en esas horas previas los retoques, costuras, pegamentos y ajustes finales a máscaras, capas, coronas, cascos, espaldares, plumas u otros adornos, calzados y demás atuendos.
Los responsables de la música y del baile ensayan hasta último momento en plazas, veredas y calles aledañas: los percusionistas lo hacen concentrados en sus instrumentos y en las instrucciones del director, mientras algunas pasistas se suman para practicar la coreografía para el desfile.
En esos momentos, para alguien de afuera, como lo era CSM, era impensable que en unas 24 horas estarían listos para desfilar por el corsódromo, pero los más veteranos aseguran que es normal que en las últimas jornadas previas al inicio del carnaval todos se entregan por completo y el espectáculo está siempre listo a tiempo, y desde la tarde previa ya nadie duerme hasta pasado el desfile inaugural.
Llegado el día del primer corso, en la tarde continua la tarea, aunque con más calma -o quizás algo de cansancio- porque las carrozas y muñecos ya alcanzan la forma y color buscado. Donde aumenta el frenesí en esa jornada es en las salas de maquillaje y vestuario, donde hombres y mujeres forman filas para pasar por las manos de especialistas y salir con sus disfraces a la medida y los rostros listos para exhibir a la noche ante el público.
El resultado es que la fiesta a cielo abierto más grande de Argentina termina haciendo vibrar de alegría, emoción y entusiasmo a miles de concurrentes al corsódromo, al son de la música que acompañaba el desfile de las incontables muchachas esculturales y jóvenes apolíneos que hicieron famoso a este carnaval.
No obstante, desde hace varios años el festejo en Gualeguaychú incluye a gente de toda condición física y edad. Así también pasaron con sus disfraces, tocando instrumentos o sobre las carrozas, desde niños muy pequeños hasta adultos mayores que hacen su aporte a la fiesta, tanto en las noches ante un público que aplaude, ovaciona y baila sin parar en las tribunas, como durante los nueve meses de preparación de las comparsas para la gran fiesta.- (CSM)